27 ago 2019

DESPUÉS DE LOS CINCUENTA... (Retomando desde cero)

Hay un artículo por ahí que dice que a los cincuenta es complicado encontrar pareja estable... Bueno, supongo que sí, a partir de los cincuenta todos venimos con años y daños, con taras de la vida y mochilas cargadas de manías y de imperfecciones. Adaptar las nuestras a otra persona conlleva riesgo, esfuerzo, paciencia y una lista interminable de sacrificios varios que nos hacen estar en guardia al principio, o relajarnos y disfrutar del paisaje aceptando que cada persona es un mundo y que nadie somos perfectos. Hay un pequeño fallo de comprensión, y es que todos creemos que nuestros hábitos y nuestras manías son las mejores, por lo que las que trae el susodicho son insoportables, eso es lo que yo llamo el egoísmo maduro, porque a cierta edad, igual que los niños, nos vamos volviendo egoístas, queremos que nos quieran mucho tal y como somos, pero a la hora de querer mucho tal y como son nos cuesta un poco. El mismo derecho tenemos que tienen, es decir, el respeto al espacio, a nuestros hábitos y nuestras costumbres. A los cincuenta y después acumulamos pasados, otro "gran escollo" para la fluidez confiada de una relación. Nos gusta, o eso decimos, que nos sean sinceros, pero en ocasiones una cuota demasiado extensa de la sinceridad nos crea desconfianza, celos y recelos, como si nosotras no tuviéramos nuestros propios pasados vividos y disfrutados. Cuando son sinceros y nos cuentan todo, con pelos y señales, esto es, con diferencias, disputas, infidelidades, canitas al aire o secretillos vividos anteriormente podemos comenzar a pensar que nos harán lo mismo, por lo que se nos puede disparar la lucecita del desasosiego, que lejos de cimentar y de estabilizar nos va a hacer dudar de todo o casi todo... A veces somos injustas, pedimos lo que, en teoría, deberíamos de gestionar bien, es decir, hemos pasado los cincuenta, ya queda poco para el regocijo masculino de los treinta o primeros cuarenta, cuando un señor de más de cincuenta, rondando los sesenta, decide una relación con una señora que ronda los sesenta es por "algo", y deberíamos de ir pensando que ese algo se aleja mucho de las imágenes con fotoshop, de la dureza de los glúteos y de la tersura de los pechos, tontas no somos, el tiempo lo deja caer todo, y si nos miramos al espejo y vemos arruguillas, y vemos michelines, y vemos imperfecciones tendríamos que comenzar a pensar que, por el físico precisamente no es, al igual que les sucede a ellos. Porque ellos también podrían desconfiar si se miran al espejo y ven las barriguillas cerveceras, las calvicies, las patas de gallo (que también las tienen) y la caída de otras ciertas partes, que también comienzan a caerse... Después de los cincuenta una relación puede ser todo lo placentera, lo confiada, lo alegre, lo vital, lo mutua y lo enriquecedora como seamos nosotras. Pero es verdad que cuesta, que te surgen mil dudas, que se crean mil preguntas, que nos volvemos exigentes, no sólo nosotras, también ellos, hemos conquistado nuestro espacio, somos plenas, queríamos libertad y por fin la hemos conseguido, y queremos preservarla, y ahí estamos, viviendo nuestra madurez dorada, difícil renunciar a nada, pero es verdad que a veces las renuncias a una parte te aportan crecimientos personales en otras partes... No estoy de acuerdo con el artículo leído en que después de los cincuenta nos volvemos cómodos, creo que es una década vitalista, creativa, tremendamente sincera, cuando nadie nos calla, pero es una edad en la que si se decide comenzar una relación puede ser mucho más segura que las que nacen a los treinta, cuando lo sexual manda demasiado y lo emocional pasa al segundo plano... Pues nada, yo animaría a las señoras mayores de cincuenta a que descubran cuánto de conquistadoras pueden ser, cuánto de alegres, de risueñas, de amantes, de compañeras, eso sí, después de conocer todo sobre quien llega, aunque moleste un poquito descubrir pinceladas no gratas, mejor así, confesadas, a que te asalten a la vuelta de la esquina en una sorpresa que puede molestar más... Somos cincuentañeras, con todo el bagaje acumulado, y dispuestas a ser sesentañeras llenas de vida y de mucho más bagaje, y si se vive con alguien que te complementa y te balancea el mundo mucho mejor...

  Ha llegado el naranja otoñal que preludia al invierno, el quebrado naranja de las hojas que piso, caminando desnuda y esperando los hiel...