1 oct 2019

ALGO QUE NOS HA PASADO A TODAS, Y A TODOS... (Reflexión personal)

Creo que es algo que nos ha pasado a todas, y a todos (por eso del lenguaje inclusivo), supongo que la sensación de haber perdido el tiempo con personas equivocadas es algo tan habitual que hasta las redes crearon el meme correspondiente, por si no nos habíamos dado cuenta. Yo tardé en comprobarlo, digamos que he perdido años de mi vida creyéndome lo que no era, no sé si es por ignorancia o inocencia, me refiero a la ignorancia de la buena, de esa sana que nos hace ignorar el interés ajeno o, simplemente, la sensación de haber sido utilizada, no por ningún interés material, creo que más bien era porque se formaba parte de un rebaño, ese que mientras balas acompasando el balido al de los demás está muy bien, pero que cuando decides salir fuera del cercado para descubrir el prado ya como que no es tan bien acogida la idea. Creo que a todas nos paso, y a todos (por eso del lenguaje inclusivo), descubrir la tristeza que deja en los ojos el sentimiento de abandono, ese que surge cuando se abandona el cercado y te adentras en el prado, cuando tienes la duda de los peligros que te acechan, y confías en que, si los hubiera, los demás integrantes del rebaño saldrán a ayudarte... O al menos a preguntarte cómo estás, es curioso, los humanos vamos creando apegos que pensamos que serán para siempre, materiales y personales, y un buen día sucede la sacudida y nos descubrimos desnudos de los apegos materiales y desvalidos de los personales, porque, no nos engañemos, nos hace falta el apego del cariño, ese que se va forjando a fuerza de secretos, de risas, de apoyos y de paellas, y de reuniones joviales mientras nadie se atreva a destruir el remanso de paz del rebaño. Creo que la sinceridad está sobre valorada, hoy en día, cuando alguien dice que va a ser sincero es para ponerse a temblar, porque, opino, cuando suelta su sinceridad me da a mí que está soltando el lastre personal con el que arrastra, revestido, muchas veces, de cierta envidia sibilina que nos ha vendido con anterioridad como alegría sincera, de ahí que ya no crea en las sinceras intenciones de los rebaños. Y creo que eso nos ha pasado a todas, y a todos (no voy a reiterar más lo del lenguaje inclusivo), supongo que, aunque lo hayamos descubierto pronto, pensaremos que perdimos demasiado tiempo en algo que no nos merecía la pena, con el paso del tiempo, porque aunque sea un minuto el tiempo es algo que no podremos recuperar jamás, pero es verdad que da rabia comprobar que se tuvo consciencia demasiado tarde de que nadie se asomaría al prado para ver si estaba bien, para preguntarme si era bonito estar fuera, para animarme a seguir descubriendo la libertad... Nacemos solos, y solas, con la única ayuda de nuestra madre, caminamos rodeados de personas que nos vienen en el pax por esa cuestión de familia, a otros los escogemos libremente, por eso del concepto de amistad que vamos almacenando con los años, y un buen día descubres que ese concepto no es igual para todos, ni para todas, que el rebaño que te acompañaba no tenía los mismos criterios, los mismos conceptos, los mismos valores y por supuesto, no tenía el mismo sentido de amistad que tuvimos para encadenar nuestros apegos a ellos,  y a ellas... Y unas y otros, los y las que hayamos tenido que aprender el desapego personal a prisa y corriendo, nos damos cuenta de que no pasa nada, de que hay vida, de que no importa quién lo importante es uno y una misma, lo importante es salir de la cerca, corretear por el prado, porque fuera vamos a encontrar a muchas y muchos más que decidieron abandonar el grupo establecido para vivir en libertad, con conceptos propios, respetando los ajenos, y ya, cuando alcanzas una edad en la que descubres todo eso, con sorpresa descubres que también, los años, te tiñeron con una capa de cera en la que, pasado el primer pinchazo los demás no duelen... Y aquí estoy, y aquí estamos, intentando vivir fuera, en el prado, mirando de vez en cuando al cercado, pensando que hubiera sido bonito que el rebaño al que pertenecíamos nos hubiera acompañado fuera, porque, tal vez, hubieran descubierto que no habíamos cambiado respecto a nuestros afectos y nuestros apegos, sencillamente teníamos la necesidad de respirar... Feliz tarde a todas y a todos (por eso del lenguaje inclusivo)

  Ha llegado el naranja otoñal que preludia al invierno, el quebrado naranja de las hojas que piso, caminando desnuda y esperando los hiel...