16 dic 2019

LA MEJOR PALABRA... (Reflexión personal)



La mejor bofetada es la que no se da”, no me gusta mucho eso de “la bofetada”, yo siempre he sustituido este refrán por otro parecido: “La mejor palabra es la que no se dice”…. Soy de las que piensan que es uno de los pocos refranes que tienen más razón que un santo, que diría mi abuela, quizás porque no soy persona de responder bofetadas, ni físicas ni verbales. Suele pasar que, casi siempre, cuando alguien “pincha” es porque desea el enfrentamiento, y usará su más vulgar y cruel estrategia para conseguirlo, y yo, personalmente, soy de poco saltar vallas, mayormente porque ya no tengo edad ni de lo uno (saltar vallas) ni de lo otro (pelear vulgarmente), he entrado en ese estado laxo de la indiferencia, tal vez porque comprobé que mi silencio responde más y mejor. 
Ya no estoy para eso, mi edad me impide por prescripción personal entrar en trapos ni en juegos quinceañeros con la excusa del “¡uy lo qué me ha dicho!”, porque hay que aprender a meditar, a reflexionar, a calibrar el por qué, el alcance, la veracidad, la educación y sobre todo si eso nos va a reportar alguna satisfacción. Si cedemos y respondemos entramos en los “dimes y diretes” que llevan y desembocan en patetismos por las dos partes, yo prefiero quedarme callada. Hay quien “pincha” para hacernos entrar en el circo que ha montado para su propio disfrute, su propio lucimiento, y en ese montaje ha colocado a espectadores y ha vendido entradas, sin tener en cuenta que hay quien no va a dar ningún salto mortal. La mejor palabra es la que queda siempre dentro. No creo en los karmas, creo que la vida va girando, no siempre se recibe bien por bien, ni se devuelve mal por mal, pero sí es verdad que la paciencia es una virtud en desuso, y a quien es capaz de ejercerla sobre sí mismo le puede dar dulces frutos. 
La rabia, la ira, el despecho, el acaloramiento, suelen ser malos consejeros, suelen usarlos las personas con poco dominio sobre ellas mismas, las que no se toman diez minutos o diez días para reflexionar, las personas que “pinchan” confían en la inseguridad y en la prepotencia ajena porque esas son las cualidades que ellas poseen. No merece la pena perder el tiempo y la serenidad respondiendo provocaciones originadas por la envidia, el rencor, el odio, la inestabilidad mental y personal, la inseguridad y la falta de autoestima. Todo pasa, y nos podemos arrepentir de haber abierto la boca, porque la vida es larga, el camino difícil, y las energías, al menos yo, me gusta dedicarlas a caminar despacio, intentando caminar sobre seguro, sin detenerme con cada ladrido de perro, con cada piedra que aparezca, el reto, el verdadero reto, no es responder insignificancias, el verdadero reto es aprender a saltar obstáculos para llegar hasta meta, para conseguir lo que vale la pena, y para eso, para eso sí, una servidora saltará vallas, aunque ya le queden las fuerzas justas.
Encarni Barrera

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