7 nov 2019

Y DIJE ADIÓS... (Noviembre 2017)

Perdona que me haya ido en silencio. Nunca fui mujer de reproches. Siempre te dije que lo haría así, cuando fuese el momento cerraría mis ojos y mis labios, después de todo tú sabes mejor que nadie el por qué. No hay lugar ya para la aventura en común y los comunes sueños. Por lo tanto no queda nada que reprochar porque todo se cumplió. El cansancio no estaba dentro de los planes, pero a veces sucede. Me voy como llegué, en silencio, sin ruido, sin algarabía, sin fiestas ni focos, ni presentaciones sociales, ni celebraciones a lo grande. Igual que arribé así parto. Con mi liviano equipaje y mis manos vacías. No hay reproches, no son necesarios. Ya no estamos en la edad del débito ni del crédito, nada me debes, nada te debo, se vivió lo que tuvo que vivirse, se sufrió lo que nos llegó con cuentagotas, sin darnos cuenta.Te he amado como soy yo, suavemente, acariciando los tiempos, distribuyendo los espacios para no hacer del amor rutina… pero nos ha llegado, y me niego a ser multitud, siempre me gustó ser excepción que confirmara reglas. Perdóname por irme así, sin rabia. Supongo que es una de mis excepciones, nunca lancé a la cara despechos ni iras, no tengo el por qué. He cruzado la edad en la que se reclaman sentimientos porque he comprendido que los sentimientos se ofrecen, nunca se piden, que no pueden forzarse, que tienen que nacer de la piel y de la sangre. No llevo llantos, quizás la poca tristeza que se queda pegada como sal en el lagrimal cansado de la vida, ese que ha llorado ya en otras ocasiones, hay pocas lágrimas ya que puedan ser lloradas. Soy mujer de llanto fácil pero de difícil lágrima obligada. Ya no lloro por desamor, todo lo lloro por amor. El recorrido me ha enseñado que así como la vida lleva implícita la muerte, el amor lleva implícito el desamor. Los mil detalles que salen de dentro para que el otro corazón comprenda que ya no tiene compañero, que las cosas son así, que no pasa nada, que el adiós es tan legal, tan normal, tan cotidiano como el hola. Que quien llega puede irse un día, que una llegada no implica una estancia eterna… Supongo que soy de esa especie rara, trasnochada y anacrónica que cree en la libertad personal del ser humano, en la libre elección de caminos. Entendí que todo acabó. Y, a estas alturas, después de haber visto los paisajes desérticos que se viven cuando llega el desamor, saber que tú me guardarás para siempre entre tus mejores momentos, es suficiente…

  Ha llegado el naranja otoñal que preludia al invierno, el quebrado naranja de las hojas que piso, caminando desnuda y esperando los hiel...